Se desprende el corazón
de su sueño mas querido, doblegándose al dolor
y al capricho del destino.
Y nos queda como tálamo
sobre la niebla erguido
despojado de sus hojas
a los vientos ofrecido.
¡Aprendemos de repente!
que todo nos es cedido,
ni siquiera somos dueños
del tiempo en el que vivimos.
Nos ponemos a rezar,
imploramos lo divino,
para que los dioses sepan
que aun estamos vivos.
¡Se nos oculta la luz!
Hacia la que un día crecimos,
y quedamos como trocos
entre las sombras sumidos.
Ofreciendo nuestras hojas,
nuestra flor, y nuestro nido,
para que el amor si vuelve
nos halle de nuevo dignos.
Antonio Villegas Martín
Poema seleccionado finalista en el
VI certamen de la asociación
cultural poética Luz de L