Juntos vimos aquel día,
cuando la noche llegó,
que el mar en el horizonte,
con la luna se besó.
Aquella tarde las luces,
morían en un crisol,
¡para que duerman las rosas!
¡y el cielo mostró su flor!
Por los confines del cosmos,
un lucero se incendió,
iluminando tu cara,
¡ Carita de mi pasión!
¡ Carita de mi pasión!
Y fue esa noche de Junio,
que entregue mi corazón,
¡ni la noche, ni la luna,
ni el mar me lo arrebató!
Que fue la luz del lucero,
que en tus ojos prendió.
De tu mirada de niña,
con talle de frágil flor,
yo fui llenando mis días,
se inundó mi corazón.
Hoy que el tiempo ha pasado,
y miró a mí alrededor,
la luz que prendió en tus ojos,
todo un universo creó.
Hay otros ojos de niños,
hay otros cuerpos en flor,
que brotaron de tus entrañas
de tu fuerza, de tu amor.
Mas cuando miro tu cara,
¡carita de mi pasión!
aun veo tus ojos de niña,
tu cuerpo frágil de flor.
Y me siento el caballero,
que entrego su corazón,
para servir a su dama.
Cuando una noche de junio,
el mar en el horizonte,
con la luna se besó.
Antonio Villegas Martín
De su libro Poemario a la alegría
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