Silbaba el
viento a la roca su canción de libertad,
elevando
gaviotas y los sueños al pasar.
Mientras, los
niños jugaban en la playa de aquel lugar
mecidos por
la inocencia y las caricias del mar.
La luz
pintaba las sombras de las cosas al pasar,
para que los
ojos vieran todo lo bello que hay detrás.
Y las mujeres
tejían historias de amor y paz,
fieles a ese
legado de alegría y entrega
que el
Universo en ellas quiso dejar.
Los hombres, en la locura de su eterna oscuridad,
forjan
espadas y armas dispuestas para matar,
pretendiendo
ser los amos de lo que no se puede guardar.
El placer que
da la vida, y la alegría de amar
son un legado
del cosmos que el tiempo se llevara.
¡Lloran las
noches estrellas pretendiendo iluminar!
la oscuridad
de los hombres para que aprendan a amar,
antes
de que el tiempo extinga nuestros días de soñar.
Antonio Villegas Martín
19/08/16
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