¡Ayer tarde paseaba!
por la orilla de tu alma,
entre álamos dorados,
y el manantial de tu calma.
De la fuente de tus labios,
brotaban lindas palabras.
Un aroma de limones
perfuma la plazoleta,
donde juegan los chiquillos
cuando salen de la escuela.
¡Ayer tarde pasee!
por la orilla de tu agua,
vi naranjos reflejados
en el cristal de tu alma.
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