Muestra el sol, su luz cada mañana,
por el este, sobre un mar de azul y grana.
Roba el viento, esa hoja enajenada,
que a su árbol, aun seguía aferrada.
Y es el cosmos, carrusel de luces claras,
que la luna ve pasar adormilada.
Al silencio de la noche fría y clara.
El lamento de mi tierra resecada.
Hay un tiempo de primaveras doradas,
que en mi mente de chaval quedo marcada.
Era el coro de la lluvia enamorada.
El canto del arroyo en las montañas.
Ya no llora el mar que ayer lloraba,
al consuelo de una tierra asediada.
Ya no suena la canción que antes sonaba,
que el arroyo sobre las piedras cantaba.
Antonio Villegas Martín
10/01/24
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