Amor.
El amor surge y muere, en un momento,
ajeno a nuestra voluntad.
Porqué el amor cuando nace, anula toda voluntad.
Y ya, solo puedes ser su siervo,
Inmensamente feliz de servirlo,
pero siempre siervo.
Una madrugada desperté
Y mi amor, ¡nuestro amor!
Estaba llorando, aterido,
Perdido, cubierto de niebla.
Desgarrados, confundidos,
por su llanto,
corrimos para buscarlo,
pero nuestros caminos,
ya no eran los caminos del amor.
Desolados, a gritos, lo llamábamos,
pero nuestra voz, nuestras palabras,
no eran el idioma, ni la voz del amor.
En la niebla, obstinados por nuestras razones,
nuestros pensamientos, no encontremos nada.
¡Solo se oía el triste sollozo de nuestro amor!
¡Solo se oía el triste sollozo de nuestro amor!
Nos mirábamos pero nuestras miradas no se encontraron.
Al volver, confundimos los caminos nos perdimos.Y fuimos a soledades distintas.
Solo después de la soledad, del frío, del tiempo.
¡Al mirarnos de nuevo!
Nuestros ojos se encontraron en una
mirada eterna y perpetua, y fue así entonces,
Que pudimos ver, que en aquel haz de luz
entregado, incondicional de nuestra mirada,
Nuestros ojos se encontraron en una
mirada eterna y perpetua, y fue así entonces,
Que pudimos ver, que en aquel haz de luz
entregado, incondicional de nuestra mirada,
era donde moraba el amor.
Antonio Villegas Martín
20/09/23
Antonio Villegas Martín
20/09/23
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